Amor maternal-animal (o animal-maternal, como gusten)

Hace poco escribí una improductiva entrada acerca de lo preocupada que me tenía el que mi gata estuviera en celo. Verán, comenté que era terrible para mí pensar que ella, con su mentalidad animal, era incapaz de comprender lo que le estaba ocurriendo a su cuerpo. En fin, era una víctima de las circunstancias.

Sin embargo, algo debió pasar en este último celo (dicen que la tercera es la vencida), porque, a diferencia de lo ocurrido en los anteriores, mi gata quedó embarazada. Hace poco dio a luz. No me explico cómo. Yo siempre consideré que era inmadura y bipolar, lo que apuntaba a que sería del tipo de madres que dan a luz a sus hijos y siguen con sus vidas como si nada hubiera ocurrido -de esas que, lamentablemente, no existen sólo en el reino animal-. No es que no la quisiera, por supuesto -estuve a punto de dedicarle el libro que escribí el verano pasado, porque precisamente trataba sobre un gato-. Simplemente me preocupaba que no fuera a ser una buena madre y... no sé... se convirtiera en una asesina o un similar.

Como fuera, vine a visitarla -no precisamente a ella, ja, vine a visitar a mi familia- y la encontré extraña, como si toda su inmadurez y bipolaridad se hubiera fundido en un sentimentalismo especial: cariño materno. No lo pude creer.

Por mí, tomaría unas fotos, pero no tengo cámara, de modo que ustedes tendrán que imaginar los ojos enormes con los que mira a sus hijos. Son cinco, minúsculos, con los ojos semicerrados, tan frágiles que parecen deshacerse. El padre debe haber tenido una historia genética emocionante, porque los gatos son todos de colores distintos. La gata los acepta pasivamente y les da de lactar con los ojos cerrados, aunque ellos se le cuelguen al lomo, le arañen las orejas o le muerdan la cola. No es que sean una pandilla de Gremlins enfurecidos, pero pocas veces he visto una madre gata tan paciente. A decir verdad, ni siquiera había visto a una madre humana -sin contar a mi propia madre, que debe tener una aureola escondida bajo el cerquillo-tan paciente.

PD: ¿Con qué derecho los aburro tan descaradamente? Con el derecho que me otorga el saber que se viene una buena entrada :D No,no es otro capítulo del Chapulín Colorado (aunque, pensándolo bien, sería una buena idea), pero les gustará. ¡Oh, ya lo verán!