NOTA IMPORTANTE

Se está creando un anexo muy importante de este blog: el Blog de la Oveja Sabelotodo, un blog privado donde sacamos bromas hasta de los libros de historia y filosofía. Si el nombre te parece cómico, pospone tu risa para un momento de menos apuro y apresúrate a enterarte cómo puedes acceder. ¡Mira esta entrada!

REFLEXIÓN OVEJUNA

¿Por qué "Oveja Descarriada"? Porque si antes uno debía hacer las cosas mal para ser distinto, ¡ahora debe hacer las cosas bien, y será rebelde y mal visto por el resto de la manada! ¿No es absurdo?


domingo, 7 de marzo de 2010

Las hormonas y los gatos son incompatibles

Tengo una gata de, no sé, poco más de un año. Hace algún tiempo entró en celo por primera vez, lloró, lloró, chilló, chilló, se alborotó, rodó por el suelo cerca de ¿120 veces?, se cubrió de polvo, se torció en mil posiciones exóticas (y así fue como descubrí lo flexibles que son los gatos), la soltamos al patio en plena noche y, cuando nos estábamos preparando para que fuera madre, salió del celo como había entrado. Supuse que sería porque... ¿era muy niña para tener gatitos? Y cuando yo estuve fuera, mi familia me contó que la gata volvió al desagradable estado frenético de llanto y chillidos y posiciones exóticas y expediciones a camas ajenas, dejando pelo de gato por todos lados, sumida en un estado depresivo-bipolar... Y de nuevo la soltaron al patio en plena noche, donde despertó a toda la manzana con sus gritos. Pero nada. Salió del celo rápidamente.
Antes de que entrara a un celo por tercera vez, quizá en esta ocasión con las consecuencias naturales, mi mamá se enteró de algunos métodos para esterilizarla. Hasta donde yo sé, cuando una gata está en celo no puede ser esterilizada, y en algunas veterinarias ofrecen forzar el fin del celo mediante medicamentos y operarla. Mi gata era candidata para ser operada. Sin embargo, operación=cirugía=bisturí=extracción-de-ovarios-gatunos=mamá,¿estás-segura-de-que-no-hay-otra-manera?Es una locura. Me perdonarán, pero me parte el alma pensar en sacarle los ovarios a mi gata.
¿Y pastillas? Las hay, por supuesto, aunque su uso reiterado puede provocarle quistes y, posteriormente, cáncer.
Ahora ha entrado al tercer celo. La encerramos en la mampara, que tiene puerta de vidrio, pero la niña apoyaba las patitas delanteras en ella, parada de dos patas con cara de melancolía. Ni siquiera sabíamos que supiera hacer eso. La dejábamos salir al patio, a que comiera y se asoleara, y luego la llevábamos nuevamente a la mampara, bien encerrada.
Sé que fue una mala idea. No necesito que algún miembro de Equanimal me lo diga -Gracias-, la niña en cuestión se encargó de hacérnoslo notar mediante una especialmente efectiva huelga que consistió en orinarse en su cama de esponja -¿alguna vez han intentado enjabonar, lavar y enjuagar una cama de esponja?- y ahora es la reina de la casa.
A estas alturas, si ningún gato le hace el favor -una situación que no entiendo-, el celo se le pasará y regresará en menos de un mes.
Usuaria NessCullen-Robmuérdeme dice: ¡Y a mí que me importa tu gata!
¡Oh, lo siento! Creo que este asunto no me interesa ni a mí -no tengo la menor idea de dónde puede estar mi gata en estos momentos y lo único que quiero es irme a la cocina a comer frambuesas deshidratadas-, pero hay algo más que tengo que decirles.
Uno tiende a humanizar a sus animales de compañía: no es raro encontrarte un perro vestido del Chapulín Colorado. Y tampoco es que esto ocurra sin razón. Yo, por ejemplo, he admirado siempre la inteligencia de mi gata para pararse de dos patas y coger con las otras dos el pomo de las puertas de la alacena para abrirlas, y me he sorprendido de que, si la echamos al patio cuando ella quiere estar en la casa, sale a la calle, atraviesa tres terrenos baldíos para darle un rodeo a la casa, entra en un patio desconocido, salta un muro de concreto, aterriza en un techo de calamina y termina entrando por la ventana de mi cuarto y echándose en mi almohada. Sin embargo, cuando entran en celo, es inevitable darse cuenta de que, después de todo, es un animal, y es una realidad desabrida. No puede controlar sus impulsos y estoy casi segura de que no piensa acerca de qué está haciendo cuando se echa al suelo contoneándose y exigiendo "¡RRRRR!" como si tuviera un problema físico. Es más: en el primer celo, yo realmente creí que le dolía algo. De modo que, llegado este punto, yo no la maldigo ni le tiro zapatos: siento pena por ella. Me alegra ser un ser humano, si es que las gatas la tienen tan difícil. Y es por eso que, en realidad, las hormonas son perfectamente compatibles con los gatos, y estoy mintiendo en el título de esta entrada. Pero me gustaría que no fuera así.

PD: Me aburrí. Creo que sí voy a la cocina. ¿Todavía habrán frambuesas deshidratadas?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Escribe, comenta, gruñe...
No te estreses por mi culpa y tendrás una vida más feliz :D